Ladrón de sábado
(Libreto basado en la
adaptación del cuento “Ladrón de sábado”, de Gabriel García Márquez)
Por: Miguel Cardinale Sánchez
PERSONAJES
Ana: señora treintañera, casada, madre de
una niña, presentadora de un programa musical
Pauli: hija de Ana
Hugo: Guarda de seguridad en un banco y
ladrón durante los fines de semana
Barbarita: vecina chismosa (como
la Barbarita de Sábados felices)
PRIMER ACTO
(Al extremo izquierdo del escenario hay
un marco de ventana, por el cual va a ingresar el ladrón. En el centro, los
muebles de una sala, un sofá, una butaca, un armario o “bifé” al fondo. Por
allí cerca un horno microondas. Al extremo derecho, una alcoba)
El ladrón entra sigilosamente, con un
pasamontañas, un morral o tula y una linterna pequeña, sus gestos indican que
rompe la cerradura de la ventana, salta y entra; en la sala inspecciona los
objetos de la sala y silenciosamente empaca algunos en su maleta o tula. Luego,
Ana, adormilada, entra en escena y se sorprende de ver al intruso)
Ana: (Asustada,
asombrada) ¿Qué hace usted aquí?
Hugo: (cínico,
con desfachatez) ¿Y no lo ve?... ¡Robando!
Ana: Ah,
¿sí? Mire, no sea tan sinvergüenza, hágame el favor de llevarse lo que quiera,
pero
váyase
ya, no quiero que mi niña se dé cuenta y se espante.
Hugo: No,
señora, no se preocupe, que yo no espanto. Más bien…
Ana: ¡Ah!
Y aparte de ladrón, cínico y presumido…
Hugo: Sí,
señora, ¿y qué come que adivina? Pero, bueno, cambiando de tema, veo que tiene
una de las mejores
colecciones de música que jamás haya visto: boleros, danzones,
baladas.
Ana: Sí,
es parte de mi trabajo.
Hugo: ¿Cómo
así?
Ana: Soy
la conductora de un programa de boleros.
Hugo: ¡Claro!
Ahora caigo en la cuenta, usted debe ser la presentadora del programa “Su
majestad
el bolero” de La Mega.
Ana: Sí,
y por favor, le ruego que se lleve cualquier cosa, menos mis discos.
Hugo: (quitándose
el pasamontañas) ¿Sabe qué..? Es para mí un placer conocer en persona a la
presentadora de mi
programa musical favorito.
Ana: Sí,
le creo. ¡Cómo no!
Hugo: No
soy un simple ladrón, mi querida dama. Tengo un empleo, soy guarda de seguridad
en
un colegio, y esto que
me ve haciendo ahora no es más que…, digamos, un pasatiempo.
Ana: ¡Bonito
pasatiempo!
Hugo: Un
pasatiempo que me permite conocer a gente tan interesante como sumercé.
Ana: Bueno,
señor caco, agarre lo que se va a robar, y váyase que pronto llegar mi marido.
Hugo: No,
no llegará. Ya sé que se fue de viaje.
Ana: Vea
pues. Está usted muy enterado.
Hugo: Sí,
y también le pido un favor: no me trate de caco.
(La pequeña Pauli entra a la sala, carga un
osito de peluche, y siente curiosidad por la presencia del intruso)
Ana: Nena,
pensé que estarías dormida.
Pauli: ¿Quién
es el señor?, ma.
Ana: Ah,
un viejo amigo que pasó por aquí a hacernos una visita.
Pauli: ¿Y
cómo se llama tu amigo?
Hugo: (interrumpe
Hugo) Hugo, me llamo Hugo, nena linda. Y ahora tu mami va a poner algo de
música
porque vamos a recordar viejos tiempos.
(dirigiéndose a Ana) Escuchemos algo de
Beny Moré: “Cómo fue”, ¿sí?
Ana: Está
bien, si eso es lo que quiere oír.
Hugo: Sí,
y tengo mucha hambre… si me puedes brindar algo para cenar y, por favor, me
gustaría probar algo de
ese vino de Amontillado que tienes ahí en el bifé.
Ana: Sí,
señor, todo lo que usted diga, se le complacerá.
(Ana toma un CD hace que suene el bolero
“Cómo fue”; luego va al fondo a servir el vino, mientras Hugo se pone a
jugar con la niña.
Ana se dirige al teléfono para intentar hace
una llamada, pero comprueba que el cable de conexión ha sido roto.
Ana aprovecha y saca un frasco de somníferos,
con la intención de ponerlo a dormir. En un microondas mete un plato con comida
para calentarlo. Ana trae dos copas y le ofrece una a Hugo, quien la rechaza)
Hugo: (rechazando
el vino) No primero, bailemos un poco mi bolero preferido.
(Ana
acepta y se ponen a bailar un rato)
Eres
la mejor pareja de baile con quien jamás haya bailado este bolero.
Ana: Gracias,
pero mejor vamos y brindemos: luego podemos seguir con el baile.
Hugo: Está
bien, brindemos.
(Hugo
se adelanta y hace un intercambio de copas, sin que Ana se dé cuenta)
¡Por
nuestro reencuentro! (dice levantado su copa y haciéndola chocar con la de
Ana)
Ana: ¡Por
nuestro reencuentro!
Hugo: ¿Podrías
traer ya la comida? Perdón, pero las tripas me truenan.
Ana: ¡Listo!
Ya te traigo el pollo.
(Ana saca la comida
del microondas y lo pone en la mesa para que Hugo coma)
Hugo: (Prueba
la comida) Mmmm… ¡Está riquísimo! ¡Quién pidió pollo!
Ana: ¡Huy!
Me siento algo cansada, mareada, creo que es por el alcohol. (Va y se echa
en el
sofá y muy pronto queda
dormida)
Hugo: (Dirigiéndose
a Pauli) Tu mami se ha quedado dormida. Cubrámosla… con una cobija
para que no sienta frío. (Le echa una
cobija encima).
Pauli: Yo
también tengo mucho sueño.
Hugo: Sí,
es hora de dormir.
(Hugo acomoda a la niña sobre una alfombra,
al lado de la madre, la cubre con otra cobija y se dirige al interruptor para
apagar la luz)
Cae el telón
SEGUNDO ACTO
(Ha amanecido. Hugo está jugando con la niña
sobre el suelo. Ana se despierta, se despereza, se mira a sí misma con sorpresa
y luego mira a Hugo y a la niña)
Ana: ¡Huy!
¿Qué me pasó? Dormí como un lirón.
Hugo: Caíste
rendida como una marmota.
Ana: ¿Yooo..?
¿Una marmota?
Hugo: ¡Ay!
No se me ofenda, es una broma. Marmota no… mamacita.
(Tocan a la puerta.
Es la vecina, Barbarita. Hugo se levanta, intercambia miradas con Ana,
se
desplaza para ocultarse un poco)
Ana: Vecina,
buenos días. ¿Qué hace levantada tan temprano?
Barbarita: Buenos días, mamita. Imagínese que me
levanté a preparar desayuno y no tengo
ni una cucharadita de azúcar para el café. A
ver si me presta una media librita de azúcar o
me invita a tomar una
tacita.
Ana: Ay,
vecina, qué pena, pero precisamente ahorita me toca ir de mercado porque no
tenga
nada en la despensa,
pero seguramente la comadre Saturnina, aquí al lado, le puede
colaborar.
(Barbarita estira el
cuello y trata de ver hacia dentro de la casa de Ana)
Barbarita: (Toda pícara)
Ay, Anita, no me diga que tiene por ahí buena compañía aprovechando
que el cucho está de
viaje.
Ana: Ay,
Barbarita, ¿cómo cree? Qué mente tan cochambrosa tiene usted, y siempre tan
perspicaz.
Barbarita: ¿Perspicaz o
chismosa? Dígalo, mijita ¡Dímelo de frente! Igual, ya estoy acostumbrada
a que me ofendan. Pero bueno, me voy por el
azúcar, para poder arrancar el día con mi
buena dosis de cafeína. Chao, vecina.
Ana: Hasta
luego, vecina, que le rinda.
(Ana cierra la
puerta y Hugo se acerca a ella)
Hugo: Bueno
todo ha sido muy agradable, pero yo me tengo que ir, me toca iniciar el turno
de las
diez.
(Hugo
va sacando las cosas que había robado para devolvérselas a Ana)
Ana: No
hace falta. Llévese sus cosas; al fin y al cabo, usted vino fue por eso.
Hugo: No,
no me llevaré nada; vale más lo bacano que lo pasé aquí.
Ana: Bueno,
como prefieras. (Se dirige hacia la puerta para abrirla y que Hugo salga)
Hugo: (Ya
en la puerta, le da un abrazo a Ana para despedirse y acaricia la cabeza de
Pauli. La
niña
sonríe)
Adiós, cuídate.
Ana: Chao,
cuídate tú también.
(Hugo se va alejando
mirando a Ana, quien ya casi va a cerrar la puerta, pero sale un poco
y…)
Ah,
una cosa, el próximo fin de semana mi marido saldrá de viaje otra vez.
(Hugo
la saluda con su mano y le pica el ojo)
Cae el telón